sábado, 24 de noviembre de 2018

Exvotos: entre la religión y la estética



Exvotos: entre la religión y la estética


Los pueblos manifiestan su religiosidad a través de devociones y de prácticas piadosas. El vocablo exvoto es un término procedente del latín y designa al objeto ofrecido a Dios, la Virgen o los santos como resultado de una promesa y de un favor recibido. Es decir, una promesa materializada en un objeto (Rodríguez Becerra, 1989, p. 123).
Dos ejemplos de objetos que cumplen con estos fines son los “Milagritos” mexicanos, que se describirán más adelante, y su contraparte de Argentina. Ambos son confeccionados de manera artesanal y con elementos de bajo costo como las planchas de aluminio.
Tienen un doble atractivo que merece ser destacado: un valor estético, al ser expresión del arte popular, y uno histórico, al describir las costumbres populares. Forman parte de las manifestaciones de la cultura y se pueden analizar como una forma de relación con lo sobrenatural, donde se establecen lazos complejos entre el hombre y la divinidad.
Un exvoto es, básicamente, un objeto ofrecido (ofrenda) a la divinidad, en cumplimiento de una promesa hecha con el fin de obtener un beneficio, al cual no se puede acceder por medios naturales.
Tiene tres elementos definidores (Rodríguez Becerra, 1989, p. 123): se expone en un lugar visible para que se conozca el milagro; tiene una relación con la persona que recibe el favor y con el acto que lo origina, y traduce un deseo de perduración a través del poder sobrenatural de la imagen.
Se inscribe dentro de una lógica de reciprocidad; se llama (apelación) a la divinidad cuando una situación es angustiosa para el fiel. Se trata siempre de una manifestación del fervor religioso; empieza siendo una súplica, una recomendación, y la consagración de la fe del creyente al ser sobrenatural invocado. Los motivos para dejar un exvoto dedicado son múltiples: una curación, el regreso de una guerra, haber obtenido una victoria en una batalla, salir ileso de un accidente, superar una grave operación, volver a casa tras un largo viaje, dar las gracias por el buen tiempo para las cosechas o por aprobar un examen.
El exvoto da a conocer a todos el favor recibido. Para ello, va acompañado de textos que suelen seguir un esquema fijo y que divulgan la acción benefactora llevada a cabo por un ser sobrenatural. Por ejemplo, se puede leer una inscripción que diga “Doy gracias a la Virgen por haberme aliviado de las enfermedades que padecí durante mucho tiempo”, o “Doy infinitas gracias a la Virgen de San Juan por haberme librado de los peligros al pasar el Río Bravo”. En los retablos tradicionalmente se divide el espacio pictórico entre texto, “tierra” y “cielo”.
Aparecen los datos personales del oferente (sólo las iniciales muchas veces) o sino se opta por el anonimato. Se incluye un relato escueto y escrito a mano del motivo del exvoto, la referencia a la persona que realiza la súplica y la fecha exacta de la ejecución del exvoto. Se indica a qué ser sobrenatural se dirige la invocación de auxilio, una fórmula de petición o imploramiento, la explicitación del favor recibido y otros datos, como el lugar donde transcurren los hechos.
En cuanto a la ubicación, las ofrendas siempre se exponen a ambos lados del altar en las sacristías, en los camarines de las imágenes benefactoras o en las paredes de ermitas, colegiatas o monasterios.
Es llamativo cómo en las imágenes y textos se ve una clara influencia de la publicidad, ya que deben ser atrayentes y sintéticas. En un espacio reducido se condensa mucha información visual y en forma de texto.
Hay diferentes tipos de piezas. La tipología de exvotos es muy variada. Aunque resulta difícil establecer divisiones, una de las más completas y claras es la siguiente (García Román; Martín Soria, 1989, pp. 356-357): por un lado, exvotos de cuadros (exvotos pictóricos; objetos personales enmarcados o estampas sagradas).
Una segunda categoría de exvotos de objetos personales: de enfermedades (muletas, bastones, prótesis,etc.); ropas (vestidos, cordones, zapatos,etc.); adornos personales como lazos y coronas de novia y primera comunión, medallas, medallones y camafeos, pañuelos de peñas, sortijas, pendientes, o de guerra (banderas, espadas, cuchillos, puñales).
Además hay donaciones, siendo las más comunes los retablos, cálices, campanas, altares, reparaciones de objetos, cruces. También puede haber exvotos de partes del cuerpo (pelo, trenzas, coletas, dientes).
En cuanto a los materiales, pueden ser ofrendas de cera. Si se trata de figuras humanas pueden ser figuras enteras o partes (piernas, brazos, cabezas, manos…).
Finalmente, podemos distinguir fotografías, y objetos varios que son difíciles de clasificar en las categorías antes mencionadas (juguetes, objetos personales, dinero, etc.)
Afortunadamente para los estudiosos del tema, muchos de los exvotos están fabricados en materiales que, en condiciones normales, se conservan mucho tiempo. Esta permanencia les da valor histórico y cultural. Según este criterio, Rodríguez Becerra (1989, p.126) los agrupa en exvotos narrativos (cuadros y documentos) y exvotos simbólicos (todos los demás).
Los primeros facilitan información sobre grupos sociales pasados y presentes de los que no tenemos muchos datos en otros aspectos. Y los simbólicos son muy complejos por lo que exigen conocer bien la mitología popular, las leyendas y los hechos de la historia local, como es el caso de los famosos exvotos mexicanos.
Si de México se trata, debemos tomar en cuenta que es uno de los países donde la actividad votiva fue más importante como resultado de la acendrada herencia católica, de cuño mediterráneo, y de una historia particularmente trágica durante todo el siglo XIX y principios del XX.

El Milagrito mexicano de hojalata
La religión en México es uno de los aspectos de la vida cotidiana más importantes. Los corazones de hojalata repujada o latón pintado son un ejemplo de las tradiciones mexicanas. Se les conoce también como “milagros” o “milagritos”, y su historia va más allá de un objeto ornamental. El uso de estas imágenes fue introducido por los españoles: datan de los tiempos de la Conquista, cuando se hacían corazones de oro, plomo y piedras preciosas para ofrendárselos a la Virgen y así asegurarse los milagros por los cuales rogaban. Estos corazones representan la devoción y fuerza, además de algún pedido propiamente amoroso.
La tradición de "colgar milagros" opera de la siguiente manera: fuera de la iglesia se encuentran a la venta "milagros" de latón con diferentes figuras: brazos, piernas, ojos, corazones, etc. Son de tamaño reducido y muy artesanales, mayormente hechos en láminas de estaño o latón. Dependiendo el milagro a solicitar se adquiere uno y luego se lo coloca en un altar al santo elegido, generalmente son colgados con cintas rojas..
Este trabajo con la hojalata geográficamente se concentra en las zonas de San Miguel de Allende y en Oaxaca, en particular en la zona de Tehuantepec.
A través del tiempo, el uso de los retablitos en México se ha visto disminuido, especialmente por la popularidad de la fotografía y por el uso de ofrendas menos habituales que los fieles utilizan como agradecimiento: mechones de cabello, cintas de colores u objetos que representan las enfermedades que los aquejaban.

En Argentina
De la misma manera, en nuestro país también podemos encontrar ejemplos de exvotos en los sitios católicos. No es una práctica tan expandida como en México pero existen.
Se trata de objetos de chapa que tienen un correlato con partes del cuerpo humano. El corazón se usa para representar las preocupaciones de una enfermedad cardíaca o por el amor que alguien pueda sentir por otra persona; un ojo es para la visión, y un oído para la audición, entre otros ejemplos comunes.
Como establece García Canclini (2001, p. 17), la división entre arte y artesanía se viene dando desde hace tiempo:

[…] Tanto los tradicionalistas como los modernizadores quisieron construir objetos puros. Los primeros imaginaron culturas nacionales y populares "auténticas"; buscaron preservarlas de la industrialización, la masificación urbana y las influencias extranjeras. Los modernizadores concibieron un arte por el arte, un saber por el saber, sin fronteras territoriales, y confiaron a la experimentación y la innovación autónomas sus fantasías de progreso. Las diferencias entre esos campos sirvieron para organizar los bienes y las instituciones. Las artesanías iban a ferias y concursos populares, las obras de arte a los museos y las bienales.
Las ideologías modernizadoras, desde el liberalismo del siglo pasado hasta el desarrollismo, acentuaron esta compartimentación maniquea al imaginar que la modernización terminaría con las formas de producción, las creencias y los bienes tradicionales. Los mitos serían sustituidos por el conocimiento científico, las artesanías por la expansión de la industria, los libros por los medios audiovisuales de comunicación.
Hoy existe una visión más compleja sobre las relaciones entre tradición y modernidad. Lo culto tradicional no es borrado por la industrialización de los bienes simbólicos.[…]”


Cabe destacar la importancia de la preservación de estos objetos para su posterior estudio ya que constituyen una fuente de riqueza simbólica que habla de todo un pueblo y sus costumbres. Se trata de un documento social, histórico y artístico que resguarda la imagen de cómo eran los hombres en otras épocas: su visión, qué los atormentaba, cómo eran sus viviendas y mobiliario, qué enfermedades padecían, y qué milagros anhelaban.
Los objetos votivos en lata cumplen otra función moderna: atraen a turistas y consumidores urbanos que encuentran en ellos una referencia personalizada que los hace atractivos como souvenirs de viaje.

La cultura popular desde una perspectiva artística
Las imágenes religiosas provenientes de la cultura popular-masiva muchas veces se retoman desde el arte contemporáneo.
La tendencia Nuevo Kitsch o neoKitsch toma como modelo íconos populares de la época para representarlos de maneras coloridas, llamativas y frecuentemente semejantes a productos de consumo. Se trata de un arte singular, creativo, fresco, que tiene siempre un componente de diversión y hasta de burla. Se puede comprender como la versión revisitada del Kitsch, la tendencia artística que reunía aquellos objetos artísticos pretenciosos, pasados de moda y considerados de mal gusto y realizaba objetos que conscientemente se tomaban como una copia inferior de un estilo existente.
El fotógrafo Marcos López tiene fotografías donde demuestra sentirse atraído por la religiosidad del Gauchito Gil, uno de los difuntos “santificados” más mediático de los 90’. Lo toma como ícono y refleja la devoción nacida en la región de Corrientes y expandida luego por todo el país


En otras fotografías alude a la religión también:


Luis Berneri es un artista plástico que se dedica a la producción de pinturas, ilustraciones, fotografías, objetos intervenidos e instalaciones. En 2015 inauguró la muestra "Exorcismo Rosa" en el Museo Roca donde la utilización del color rosa fue protagonista principal.
Ha aludido a ciertas figuras masculinas relacionadas con el ser nacional, como El Gauchito Gil y San Martín. Su Gauchito Gil se llamó “Gauchito Pink” y la estética redundó en el Neokitsch.



Los santafesinos Pool y Marianela toman el mundo iconográfico de distintas religiones para confeccionar muñecos que engloban en una serie titulada Barbie, The Plastic Religion. Se trata de muñecas Barbies y muñecos Ken vestidos con los ropajes característicos de un/a santo/a y portando atributos de distintas figuras religiosas (algunos ejemplos son Barbie Inmaculada Concepción; Ken San Francisco de Asís; Barbie Virgen de Luján; Ken Gauchito Gil, etc.)
Emplean el humor en una mezcla entre lo sagrado, tradicionalmente considerado impoluto y de un fervor desinteresado, con lo profano/mercantilista/terrenal del plástico, las jugueterías y la publicidad.


Podemos concluir que la inventiva del ser humano frente a la desesperación es inagotable. La necesidad de invocar lo divino no tiene época y los hombres y mujeres siempre han sido atormentados y han sufrido de guerras, pérdidas o enfermedades. Se necesita, de una u otra manera, creer en algo superior a lo terrenal y esperar el milagro.
Los exvotos podrán mutar en su forma, pero se seguirá creyendo siempre en algo y acudiendo a lo simbólico para manifestar sentimientos como el agradecimiento frente a una promesa cumplida.
Y el arte contemporáneo, con su carácter camaleónico y observador, ha sabido reflejar en objetos este rasgo masivo de la religiosidad. Tomando elementos como los tonos relacionados con la religión (rojo, azul, dorado), o signos (la estrella, la aureola, el becerro) produce manifestaciones pictóricas llenas de alusiones a universo religioso.

Celestina Farroni

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